Palo Monte los Ritos Congos

Los adeptos a las Reglas Congas llaman a sus ritos de iniciación «rayarse” (por las incisiones que se hacen en la piel del neófito) o «jurar Nganga» . Y un neófito o moana puede «jurar» Nganga cristiana o Nganga judía, es decir dedicarse a trabajar» el bien o el mal. Estas ceremonias, como todas las que marcan un transito, están repletas de símbolos liminales. Como toda persona que pasa por un proceso iniciático, el neófito simbólicamente muere y resucita a una nueva vida: «el que se raya muere, se va a Kunanfinda, está en el mundo de los muertos y con los muertos (vive) mientras dura su juramentación Ese hombre que juró Nganga, o esa mujer, cerró un pacto con los muertos «

Podemos distinguir tres etapas o momentos en la liturgia de iniciación o rayamiento propiamente dicho:       

1. Purificación o «limpieza» del iniciando: la separación                

En esta fase pre-liminal se prepara al moana para el tránsito que se halla próximo a ocurrir y todos los símbolos apuntan a una separación de su vida anterior. En la morada del padre Nganga-que hace funciones de Padrino, a las doce del día, hora que marca la transición entre la mañana y tarde, en siete días sucesivos, se baña al iniciando con agua hervida a la que se incorporan plantas como el rompezaragüey y el palo guara. Estos aseos tienen el propósito de “limpiar” al neófito y eliminar todas las impurezas de su vida anterior que ahora acaba para siempre. El neófito debe además beber tres sorbos del agua lustral para así «limpiarse por dentro». Se deja secar el cuerpo al aire libre, sin el empleo de trapos o toallas, como corresponde a una religión «silvestre», a un «hijo del Monte». En algunos Nso Nganga se vendan los ojos del neófito en el momento del baño. Esta ceguera temporal simboliza asimismo que sus ojos se cierran a una vida anterior y que comienza un proceso de total supeditación a los mayores, sus guías. Para completar la etapa purificadora , se pasa por el cuerpo del moana un pollo negro que luego se abandona en algún cementerio. El iniciando debe dormir siete noches seguidas en casa del Padrino, en el suelo, junto a la Nganga.

2. El juramento: la transición.

Al cabo de los siete días, se reúnen el Padre Nganga, la Madrina, el Mayordomo y el moana que se ha dado un último baño y se encuentra limpio y preparado para la solemnidad del juramento. Antiguamente, éste tenía lugar en el monte, preferiblemente a la sombra de un árbol sagrado. Hoy se hace casi siempre en el nso-nganga, después de «despojar» este recinto de las «malas influencias» con sahumerios de tabaco, soplos de aguardiente y aspersiones de una mezcla de agua bendita, agua de lluvia y perfume o colonia. El suelo se lava con agua fresca de varias procedencias, a la que se agregan perfumes, colonias, aguardiente, vino seco, miel de abejas, etc. Luego «se hace la manigua», o sea, se adornan las paredes con yerbas y ramas de árboles y se cubre el suelo con tierra. El propósito no es estético, sino religioso: atraer al espacio artificial del templo urbano las fuerzas todas de la naturaleza. En el centro del nso-nganga se deja un espacio libre, el cobayende, delimitado por un círculo hecho con tiza, donde pintan las «firmas» o símbolos de los mpungus, de los espíritus y de los nganguleros que participan en el acto. Además, se trazan firmas en las paredes del cuarto sagrado, en el suelo, frente a la Nganga (situada dentro de otro círculo en una esquina) y en la puerta, cerca de la cual se colocan dos palanganas repletas de aguas purificadoras, con las que se despojan todos los que penetran en el templo.

El Tata Nganga quema pólvora para «dar salida» al rito y determinar si éste va por buen camino. El neófito, con el torso desnudo, se arrodilla delante de la Nganga. Sobre su cabeza se coloca una gorra negra atravesada por una cruz roja, el cosmograma de los congos. El sacerdote pinta, con tiza, siete cruces en el cuerpo del neófito: en la frente, en los omóplatos, en el pecho, en los brazos y en los pies.( Los lugares donde se trazan las cruces puede variar; algunos «rayan» asimismo en la coronilla de la cabeza y en la nuca). Y, con una navaja, corta a poca profundidad las cruces marcadas en la piel (este acto es el que se conoce con el nombre de «rayar») mientras canta:

Mbele Nganga vamo cóta                                

Mbele Nganga ndale que cóta                             

Vamo ya ete Mbele Nganga                              

Manilo vamo a cóta

(Otros cantan «Mbele gán gán cola que cola»)                               

(O sea: «Machete de la Nganga, vamos a cortar; machete de la Nganga, dale que corta; vamos ya, este machete es de la Nganga: hermanito, vamos a cortar”).

(Otros cantan «Mbele gán gán cóta que cóta»)                              

La sangre derramada por el neófito es ofrecida a la Prenda mientras la Madrina y el Mayordomo entonan el siguiente mambo o canto sagrado:        

Sambia arriba Sambia abajo                                

Licencia Sambi Awere sorinda                             

Sorinda awere licencia Sambie                             

Tata Legua dio licencia                                    

pa jurá nkisa, pa jurá mpembe                              

juran kisi malongo. Sambi me dio licencia.                  

(O sea: «Dios arriba, Dios abajo, con licencia de Dios, en el día de hoy ; en el día de hoy con licencia de Dios el Padre Elegua dio permiso para jurar ante el espíritu, para jurar ante la vela; para jurar ante el espíritu que vive en la Nganga, Dios me dio permiso.)

En este mambo se dice que Dios (Sambi) ha dado permiso(licencia) para jurar muerto (nkisa, mpembe). El canto es fundamental en los ritos de las Reglas Congas. Como nos ha dicho una de las fieles: «el canto lo es todo». 

E Nganga ya pa ti Moana con Insambi

Hueso cambia, no hay agravio.

(Como explica un informante de Lydia Cabrera este canto indica «que ya yo soy de la Nganga, que cambié de vida; soy un hombre nuevo, un espíritu más»)

Se ofrece un gallo a la Prenda, que recibe la sangre. El corazón es dividido en cuatro pedazos que se reparten entre el Padrino, la Madrina, el Mayordomo y el neófito que de esta manera es simbólicamente vinculado a la comunidad de iniciados: «Los cuatro. Padrino, Mayordomo, Madrina y yo, somos uno…cuatro pedacitos de corazón, pero un solo corazón».

Sigue un banquete del que participan todos los asistentes y para finalizar, se corta un trozo de la ropa del neófito ,que se entierra en el cementerio, donde permanecerá de siete a veintiún días , mientras el iniciando sigue encerrado en el nso-nganga.

3. Presentación a la Nganga: la incorporación.

Una vez recuperado el fragmento de vestido que había sido enterrado en el cementerio, el novicio se presenta a la Nganga. Ese día se invoca al muerto particular o «propio», quien toma posesión del nuevo juramentado. El espíritu permanecerá largo tiempo, hasta que el Mayordomo crea conveniente hacerlo retirar. El pacto queda sellado. Puede entonces procederse a «darle vista», clarividencia, al nuevo Mayombero, quien adquirirá facultades para predecir el porvenir mirando en un espejo o en un vaso de agua. Puede además el Padrino preparar una Nganga para su ahijado, pero ello no necesariamente ocurre de inmediato.

Bajo el concepto popular de «comida», los adeptos a las Reglas Congas incluyen los sacrificios que se ofrecen a los espíritus de las Ngangas, así como el ofrecimiento de alimentos a espíritus ancestrales.

Las comidas funerarias en honor de los espíritus ancestrales del palero, particularmente de su espíritu tutelar y del alma de su Padrino fallecido son, en cambio, ritos muy solemnes en los que participan todos los asistentes regulares al Nso Nganga.

Primero se cocinan los alimentos de rigor, harina de maíz, frijoles negros, arroz, y se colocan todos juntos en un caldero o cazuela. Se cubre la pared de la habitación o cobertizo donde permanece la Nganga con un trozo de tela negra donde se ha pintado, con tiza o cascarilla, la cruz o cosmograma congo. Frente a la Prenda, entre cuatro velas encendidas, se colocan los recipientes que contienen la comida. Se invoca al espíritu y un parpadeo de las velas indica el momento en que éste viene a «comer». Los fieles, sentados en el suelo, participan también del banquete místico. Este se convierte de ese modo en una suerte de ágape anagógico que reafirma el vínculo simbólico entre los participantes. Los restos deben ser llevados a un cementerio o, de no ser esto posible, al monte o a algún lugar descampado.

Asimismo, para que una Nganga «trabaje» eficazmente es necesario mantenerla «bien alimentada». Ocasionalmente, si el espíritu lo amerita y «se lo ha ganado», se le ofrendará un chivo, cuya sangre no se vierte directamente en la Nganga, sino en un orificio en la tierra. Con mucha más frecuencia, cada vez que sea preciso y casi siempre dentro de la realización de algún conjuro, se sacrifica un gallo a la Nganga para que la menga, la sangre, fortalezca a la Prenda.

©️ngangamansa.com

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