Palo Monte Estado de Posesión

En las Reglas Congas es posible distinguir tres etapas en este proceso a) provocación del estado de posesión; b) manifestación del espíritu o espíritus y c) la despedida.

  1. A) Inducción del estado de posesión

Después que el sujeto de la ceremonia purificadora abandona el recinto donde reposa la Nganga, los oficiantes y el médium o médiums se agarran de las manos y comienzan a cantar y a bailar. Se entonan algunos de los mambos antes empleados y algunos nuevos. El siguiente mambo se canta si el médium es un hombre:

Palo kimbisa

Palo siguaraya

Yo tengo una negra

Que tiene siete sayas

Cuando el médium es una mujer, las dos últimas líneas se modifican así:

…Yo tengo un negro

Que tiene siete rayas

Frecuentemente, uno de los ministros o un miembro del público acompaña los con un tambor o, en su ausencia, marcando el ritmo sobre un taburete de cuero.

Es interesante observar que la variabilidad de este mambo reafirma la identidad sexual del médium en esta etapa que precede al trance. La posesión ceremonial exhibe también la triple estructura. En esta fase pre-liminar del ritual, el médium es aún quien es, hombre o mujer. Una vez que ocurra la posesión, por el contrario, su identidad y todas sus características personales cesarán para dar paso a las del fumbi o espíritu. El poseso es entonces un ser liminal, ni de aquí ni de allá, intocable y sagrado.

La duración de esta etapa del ritual depende del tiempo que tarde en producirse la manifestación del espíritu. Cuando alguno de los médiums comienza a dar muestras inequívocas de posesión —mirada en blanco, movimientos rítmicos del cuerpo interrumpidos por saltos convulsivos, palidez extrema, a veces sudoración— los cantos y el baile se hacen cada vez más acelerados y frenéticos, hasta que la resistencia del médium es vencida y éste se rinde al espíritu en un espasmo final. Entonces se saluda respetuosamente al fumbi: “Kindiambo, papá», «Kindiambo, mamá» y el médium es conducido a una silla o taburete donde se le ofrece aguardiente y un tabaco que invariablemente acepta con gusto.

El comportamiento del poseso, por cierto, se halla perfectamente regulado por las expectativas del grupo social: cada entidad sobrenatural posee una “biografía» individual, una persona con características propias, y estos rasgos son observados estrictamente en el estado de trance: un espíritu congo deberá, por ejemplo, hablar en bozal y en términos poco elegantes; una manifestación de Changó irá acompañada de muestras inequívocas de virilidad, mientras que una de Ochún hará énfasis en su feminidad y coquetería, nunca viceversa.

La posesión, lejos de ser una expresión extraña y aberrante, constituye aquí una conducta perfectamente predecible, comprensible y deseable.

  1. B) El estado de posesión.

En los cultos congos, una vez que se ha saludado al fumbi recién manifestado, éste comienza a llamar a todos y cada uno de los presentes para una sesión privada de adivinación o «consulta». La consulta generalmente consta de los siguientes pasos: saludo y reconocimiento mutuos de espíritu y fiel; revelación de algún hecho desconocido en la vida del consúltame para establecer credibilidad en la autenticidad del trance; consejos por parte del fumbi acerca de situaciones o dificultades específicas por las que atraviesa el creyente; y, finalmente, bendición o purificación. Para efectuar esta última etapa del ritual, el médium invierte la posición de su tabaco, de modo que el extremo encendido queda en el interior de la boca, coloca las manos sobre la cabeza del consultante mientras le sopla humo alrededor de la cabeza y el cuerpo. A veces también se rocía a la persona con una combinación de agua y hierbas.

Hay ocasiones en las que el fumbi desea la compañía de más espíritus. Entonces se interrumpe la sesión de consulta y se retorna a la etapa de provocación del estado de trance. Ahora, sin embargo, el poseso toma a los otros médiums de la mano, les da vueltas y los sacude violentamente. Si el procedimiento tiene éxito y los fumbis aparecen, se repite el proceso de saludos y ofrecimientos. En todo momento el oficiante de cabecera se halla presente y vigilante para prevenir cualquier daño físico al médium, en caso de que ocurra una forma violenta de trance. En estas ocasiones inmediatamente «calma al espíritu», colocando las manos sobre la frente del sujeto, soplándole la cara y diciendo «egó, egó, control, control»

  1. C) El exorcismo o despedida del fumbi.

Mediante el exorcismo la entidad sobrenatural abandona el cuerpo de su médium, quien recupera su identidad y se reincorpora a su mundo cotidiano.

Concluidos los consejos y las bendiciones individuales, el fumbi procede a purificar a todos los presentes rociándolos —a veces empapándolos— con agua y hierbas. El espíritu anuncia entonces que está listo para partir. Los oficiantes, una vez más, unen sus manos a las del poseso y entonan los mambos de despedida:

Palo mayimbe

Lo llevan pá la loma

Palo Kimbisa

Lo llevan pá la loma…

En ocasiones, sin embargo, el fumbi no desea marcharse y toma algún tiempo y muchos cánticos lograr que abandone el cuerpo de su médium. El momento de la separación es nuevamente acompañado de un espasmo violento y, en ocasiones, de un grito. Si la posesión ha sido auténtica, el médium no debe recordar nada de lo que ha ocurrido en el curso del trance.

En las Reglas afrocubanas la posesión se logra, fundamentalmente , mediante el bombardeo de los sentidos (cánticos, bailes, toques de campana , güiros o tambores cada vez más intensos) y mediante factores psicosociales tales como la atmósfera de la celebración y la excitación y expectativas del grupo.

La manifestación del espíritu tiene importancia simbólica para el médium y, en cierta forma, refleja su pasado y su presente y sirve para expresar, a veces, profundos sentimientos de culpa. Por ejemplo, durante el curso de una ceremonia conga se vio  a una mujer posesionada con «un espíritu que trabaja con Changó», y el fumbi deseaba que esta hija de Obalalá supiera que él estaba muy disgustado porque había salido de Cuba sin traer sus otanes, sus piedras sagradas. Cada vez que esta mujer experimentaba el estado de trance manifestaba la misma preocupación. En casi todos estos casos los sentimientos de culpa se expresan en forma de un mensaje que el espíritu tiene para su médium.

En otra ocasión Changó «montó» a su «caballo» y reveló a todos los presentes que éste era, secretamente, mayombero judío. El Oricha  pidió a un presente que le dijese a el “caballo” que «lo tenía muy cansado con sus sinvergüencerías y que lo iba a poner a comer tierra antes de mandarlo para lIé Yansa, el cementerio».» El mensaje debe venir a través de una tercera persona porque el médium no recuerda lo ocurrido durante un trance verdadero.

Al mismo tiempo es importante insistir en que aquí el trance y la posesión son construcciones sociales que forman parte inmanente del sistema religioso. Es verdad que para todo creyente afrocubano el trance constituye un modo de comunicación con fuerzas sobrenaturales caracterizado por cambios de personalidad que el mundo occidental interpreta como formas erráticas y neuróticas de conducta. Pero, mientras en nuestra sociedad el comportamiento neurótico o psicótico se halla al margen de la realidad social, en los cultos afrocubanos la posesión forma parte inherente de ella.

Es importante insistir en el papel fundamental que juegan las convenciones sociales en el proceso de trance religioso.

Hemos hecho énfasis en que la posesión y el trance juegan un papel importante en la organización cultural del creyente en los cultos afrocubanos. Y esta función está basada primordialmente en la noción de comunicación.

Algunos distinguen entre posesión espiritual  y mediación espiritual. La posesión espiritual es un término general que se refiere a formas de conducta que son interpretadas por otros miembros de la sociedad como evidencia de que un espíritu controla su actuación. La mediación espiritual es una clase especial de posesión en la que se percibe al individuo como intermediario entre los seres sobrenaturales y la humanidad. Esta última es la forma característica de la posesión en las Reglas afrocubanas.

El acento se halla aquí en la comunicación; las acciones y las palabras del médium deben ser traducibles, lo que las diferencia de la mera posesión espiritual o de la locura».

Para el creyente en las religiones afrocubanas, la mediación espiritual posee la función de reducir las tensiones individuales y sociales, al contribuir a la solución de crisis personales y de grupo.

Las sesiones de consulta que otorgan los médiums posesos se convierten casi siempre en sesiones cuasi-terapéuticas de aconsejamiento con respecto a conflictos individuales, familiares o comunitarios. La efectividad de estas sesiones reside en creer que los que verdaderamente prestan su ayuda y recomendación son, efectivamente, entes sobrenaturales: Orichas o mpungus y espíritus.

En las reglas congas se cree que el criado-prenda o médium puede ser poseído no sólo por un mpungu, un nfuiri-ntoto (espíritu) o un kinyula-nfuiri-ntoto (espíritu de un antepasado), sino también por cualquier fuerza de la naturaleza…

«En Palo Monte Mayombe las posesiones de fuerzas de animales (como por ejemplo: el perro, la serpiente, el aura tiñosa o el cuervo) y de fuerzas de árboles sagrados (por ejemplo: la ceiba o la palma real) son muy corrientes; sobre todo en las prácticas rituales desarrolladas en el monte.» (Entre los espíritus que pueden poseer a un médium los hay de procedencia y épocas muy alejadas: espíritus árabes, gitanos, congos, indios, egipcios, gallegos, etc.)

Ya hemos discutido algunas de las formas de conducta que sirven para crear y sostener este tipo de realidad subjetiva: gestos y movimientos coreográficos del poseso, cambio de indumentaria, consumo de alimentos o sustancias (aguardiente, tabaco, miel de abejas) asociados a un dios o espíritu, revelación pública de algún hecho oculto, etc. No hemos estudiado aún las formas en que se emplea el lenguaje para expresar y modelar la realidad del trance de posesión. En primer lugar, en casi todos los casos de trance religioso las entidades sobrenaturales han sido Orichas o espíritus de hombres y mujeres ancianos, a menudo antiguos esclavos. Una de las maneras de señalar el cambio de personalidad es mediante una modificación del tono normal  de la voz del médium y mediante un desplazamiento del español al bozal.

En la Regla de Ocha frecuentemente se introduce la comunicación en yoruba o lucumí (el idioma «nativo» de los Orichas) tanto por parte del médium como de los otros sacerdotes presentes. En los cultos congos, donde la lengua autóctona se emplea muchísimo menos, rara vez se reviene a una interacción enteramente en congo, pero sí se introducen palabras congas en medio del diálogo en español o bozal. Ejemplos de ello son las formas de saludo (kindiambo) y de control (egó) que describimos anteriormente. En una ocasión escuchamos a un oficiante preguntar a una persona en estado de trance que se había cortado un pie accidentalmente:

«¿De quién es la menga esa?». La pregunta era en español, pero menga es la palabra conga para sangre y su uso sirvió para reafirmar el hecho de que el interlocutor, en su presente estado, era un ser sobrenatural. A veces estos rasgos lingüísticos erigen una barrera comunicativa entre espíritus y fieles. En estos casos uno de los asistentes que se halle familiarizado con las formas de expresión del fumbi actúa de intérprete. El intérprete, por su parte, debe limitarse a transmitir el mensaje del fumbi, sin añadir nada personal a la interacción. Si el interprete trata de ilustrar o aclarar el recado del fumbi mediante un ejemplo, el médium inmediatamente lo pone en su lugar diciéndole:»¿Quién está haciendo la consulta, tú o yo?”.

Otro medio lingüístico para hacer resaltar la presencia de lo sobrenatural en una sesión  de trance es mediante una modificación en el uso de las formas de tratamiento. Muy a menudo un poseso se dirige a alguien a quien llama «tú» con “usted” y viceversa. Este cambio afecta asimismo a las personas que se dirigen al médium.

©️ngangamansa.com

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