
La tradición herbolaria con fines rituales, medicinales, curativos y fitoterapéuticos data desde las primeras comunidades asentadas en la isla hasta nuestros días. Se funden en esta tradición las culturas aborígenes, españolas, -en especial la canaria-, y la africana.
Centramos nuestra atención en los aportes de la cultura Bantú, ejemplificada a través de la Regla Conga o Palo Monte, expresión religiosa que rinde culto a los antepasados y a las fuerzas sobrenaturales existentes en la naturaleza orgánica e inorgánica representadas en la Nganga ( Cazuela de barro o hierro “cargada” de diferentes sustancias de los reinos mineral, animal y vegetal. Es el objeto de actuación del Tata Nganga, figura de máxima jerarquía entre paleros ) ; y en el Espiritismo Cruzado, complejo religioso cubano que se basa en la creencia de la existencia y comunicación del mundo de los muertos con el mundo terrenal, en esta manifestación se apela al uso de representaciones de deidades africanas denominadas a la usanza de su versión afrocubana. Ambas manifestaciones tienen como elemento central el empleo ritual de las plantas.
Partimos de no desconocer su manejo en otras expresiones religiosas de origen africano ( Dentro de las expresiones religiosas de origen africano que conforman nuestro mosaico religioso cubano podemos mencionar la Regla Ocha o Santería, la Regla Conga o Palo Monte, que se divide en la Regla Kimbisa, la Regla Mayombe y la Regla Briyumba, la Sociedades secretas Abakuá, la Regla Arará, entre otras ) ni, por supuesto, el auge que ha adquirido en los últimos tiempos la medicina verde, lo más importante, a nuestro juicio, es el valor social que tienen las mismas en su utilidad medicinal.
ADAPTACIÓN A LAS NUEVAS CONDICIONES
La entrada de los negros esclavos provenientes del África, destinados, principalmente, al trabajo de las plantaciones de la caña de azúcar, fue un factor determinante en la conformación de expresiones religiosas que fundieron costumbres y tradiciones que conforman nuestra nacionalidad. Como señala Fernando Ortiz , «el negro… se halló en una condición social extraña… sin patria, sin familia, sin sociedad suya, con su impulsividad brutal comprimida frente a una raza de superior civilización y enemiga que lo sometió a un trabajo rudo y constante al que no estaba acostumbrado» , debía entonces adaptarse al medio y tratar de sobrevivir a pesar de las condiciones adversas.
Curaban sus enfermedades a través de lo mágico y lo religioso, y el conocimiento empírico de la acción de plantas medicinales. Los médicos de los ingenios no tenían la preparación adecuada para enfrentarse a las enfermedades tropicales que los atacaban, ni los amos confiaban en la veracidad de la aparición de una dolencia en un esclavo, a menos que fuera muy evidente, epidemia o contagiosa.
Lo cierto es que las condiciones higiénico-sanitarias de los negros esclavos no variaron ni aun después de abolida la esclavitud. Sin embargo, es sintomático, por ejemplo que de los alimentos, suministrados a los esclavos para su consumo ( Viandas: plátanos, yucas, ñame, maíz, malanga, calabaza y arroz. Carnes: tasajo o carnes saladas de vaca, bacalao, pescado salado, y algunas carnes frescas. Frutas: mango, naranja, papaya, melón de agua y amarillo dulce, piña, limón, lima, coco, caimito, zapote, mamey, anón y mamón, guanábana, guayaba, y otros ) , con el objetivo de preservar su salud, casi todos en la actualidad se emplean dentro de los rituales y ceremonias de las expresiones religiosas de origen africano y, al mismo tiempo se utilizan como medicinales por las propiedades que poseen.
Toda la penuria y miseria respecto al bienestar o la preservación de la salud, les trajo consecuencias impredecibles de enfermedades en un medio hostil. Ante la adversidad, el esclavo trató de encontrar fórmulas para aliviar sus propios males, y aplicó, por sus medios, una terapéutica que tenía como base los conocimientos empíricos de la vegetación de su entorno natural.
Buscaron, y de hecho hallaron, plantas cuyos biotipos botánicos se asemejaron a las dejadas en sus lejanas tierras. Asimilaron las del amo y, en consecuencia, en estado de cimarronaje con indígenas nativos y otros esclavos africanos que lograban huir, fundieron ritos y aprendieron mutuamente el arte de curarse sin ayuda facultativa. Con el decursar del tiempo se fue perfilando en ellos todo un tratado mágicoreligioso que, venido en parte del recuerdo de sus ancestros, fue enriquecido por la brutalidad y crueldad de sus nuevas condiciones sociales de convivencia, los que dieron vida a las expresiones religiosas que hoy se practican. De esta forma los congos, los yorubas, los ararás, entre otras etnias, han dejado su impronta herbolaria en nuestra cultura.
La Regla Conga o Palo Monte parte de la creencia de que los poderes sobrenaturales les fueron otorgados a las plantas por un creador denominado Nsambi, divinidad suprema de origen congo. Ellas se unen a un referente religioso simbólico de mayor significación entre los consagrados que es la Nganga o caldero de fundamento; simbolizan diferentes poderes de los Mpungos, Nkisi, Nfumbes , que son deidades reconocidas por ellos como propietarias de las plantas. Consideran, además, que sus principios activos (Le denominan principio activo de las plantas al lugar (es) donde dicen están los espíritus que le dan el poder necesario a las plantas para que sean efectivas en sus actividades rituales, por lo tanto esta expresión no debe entenderse desde una concepción científica, sino desde el punto de vista religioso ) no se encuentran concentrados de igual manera en sus diferentes partes.
LAS PLANTAS EN LOS RITUALES DE LA REGLA CONGA O PALO MONTE
Según la tradición religiosa africana, las plantas encontraron situaciones específicas cuando recibieron la tarea de poblar la tierra, ellas están dotadas de virtudes como: fortuna, felicidad, alegría, fecundidad, gloria, suerte, frescura, flexibilidad, paz, longevidad, coraje, etc.; otras son la representación de la miseria, la calentura, la desgracia, el infortunio.
Las creencias en la existencia de fuerzas espirituales en las plantas en correspondencia con las concepciones africanas poseen su importancia a partir del valor ritual que los creyentes y practicantes de la Regla Conga le confieren y de la efectividad de sus ceremonias religiosas en cuanto a la solución de problemas que dicen se les presentan, independientemente de las características físicas y químicas que éstas poseen.
Para los paleros son las fuerzas protectoras las que indican las plantas y las proporciones que deben de ser aplicadas ante cada dificultad. En la aplicación práctica de este principio no han de olvidarse los problemas que llevan a una situación concreta a cada individuo y cuál planta se ha de emplear, es decir, tratan de establecer en primera instancia una doble relación hombre – naturaleza y hombre – sociedad, para por su intermedio hacer una adecuada selección de las plantas y que cada tratamiento espiritual pueda contribuir positivamente a la solución de dificultades. De tal suerte, según sus criterios, lo semejante atrae, fortalece, ayuda y lo opuesto debilita, destruye.
De las plantas utilizan raíces, frutos, corteza, tronco. Le sirven al oficiante para preparar amuletos o resguardos, cocimientos y baños purificadores. Al entrar al monte a buscar las plantas para hacer sus trabajos mágicos, el palero debe utilizar solamente las plantas silvestres; tener en cuenta las fases de la Luna y la posición del Sol; la hora, día, y el lugar. Se sirve, preferiblemente, de las hierbas que nacen y crecen al lado de los ríos. Se destaca como aspecto de suma importancia el empleo del uso mágico de la palabra. El recolector de plantas rituales debe informar los motivos por los cuales se encuentra en ese lugar, lo que va a buscar, sus propósitos y pagar los derechos correspondientes para obtenerlos.
Es por ello que una de las maneras de llegar a determinar la importancia del uso ritual de las plantas y tal vez la más convencional en la Regla Conga, tiene como elemento de medición el conocimiento empírico del creyente resultado de la observación directa de las plantas en su medio natural, la forma popular de nombrarla y la relación que establecen respecto a su uso en la solución de conflictos : Implica, además, no olvidar en su tratamiento las diversas modalidades de empleo.
Entre los paleros no existen patrones estandarizados ni únicos, ni recetas universales, todo se encuentra en dependencia de las particularidades de cada hecho o situación concreta. Es por ello que se evidencia la presencia de un pensamiento por analogía, la deducción posee sólo un carácter probabilístico.
Todo lo anterior expresado nos aclara la importancia conferida por el creyente al uso de las plantas rituales en los que predomina, en algunos casos, la espontaneidad, lo fortuito, diversas interpretaciones en su empleo, aunque no debemos olvidar que en ellos hay principios y normas que no se pueden dejar de cumplir.
Generalmente los paleros hacen uso de árboles y arbustos como elementos esenciales en sus fundamentos o Ngangas. Los palos tomados de los troncos y ramas leñosas de estas plantas son de mayor durabilidad, representan desde su concepción religiosa la fuerza y el vigor del reino vegetal. Este empleo de árboles y arbusto como objetos rituales se encuentra por encima de la utilización de las hierbas, que también se usan en los rituales.
En sentido general, las plantas no se emplean solas, siempre van acompañadas por otro(s) elementos(s) de la naturaleza. Un detalle que sería interesante resaltar consiste en la poca diferenciación que aparece respecto al uso ritual de las plantas entre las distintas regiones estudiadas del país. Sin embargo, no se debe olvidar que cada familia religiosa tienen su tradición herbolaria bien definida.
VALORACIONES GENERALES
La importancia del uso de las plantas no sólo radica en el conocimiento empírico y en el poder divino que le adjudican los creyentes, sino en sus múltiples usos, en esa relación afectiva de dependencia que se va estableciendo entre el creyente y los elementos de la naturaleza, en el uso frecuente que hacen de ellas.
Conocer las propiedades medicinales que tiene cada planta, su uso medicinal y la dosificación, siempre dependerá del caso particular que se le presente al practicante. Su vivencia personal le ayuda a seleccionar la(s) planta(s) y su tradición religiosa le apunta a la continuidad de la práctica. Al respecto, un espiritista expresa “Todas las religiones africanas y espirituales parten del ewé ( Ewé : Frase que se utiliza para resaltar las propiedades «espirituales» de las plantas )de las hierbas, porque para nacer se nace con hierbas, para limpiar se limpia con hierbas y para morir limpiamos con hierbas. Así la importancia”, y agrega: “Las plantas son las que depuran y las que ayudan a todo. La botánica es de Osaín” ( Osaín: Orisha considerado dueño del monte, de las hierbas, también de la medicina. Se sincretiza con San Antonio, San Silvestre y en la provincia de Matanzas con San Ramón . En Palo Mayombe se le denomina : Ngurunfinda )
A partir de la información expuesta por paleros y espiritistas cruzados, queda evidenciado que la importancia del uso ritual de las plantas no se puede analizar sin tener en cuenta el vínculo hombre-naturaleza y hombre-sociedad, y que ha de valorarse, desde el punto de vista teórico, asociada a la idea de poder a ellas conferida. El poder lo representan, por un lado, la figura de Nsambi- divinidad suprema de origen congo que representa la creación-, y por otro, los muertos o espíritus guías que acompañan a los creyentes, quienes, según los entrevistados, le imprimen a la vegetación poderes especiales que trascienden su entorno natural.
Para los creyentes este poder dista mucho de ser abstracto. Lo sobrenatural opera de manera directa e inmediata en sus vidas. También en la proyección hacia el futuro y la forma de enfrentarlo. De ahí que sea tan importante convocar la atención de las fuerzas protectoras. Las plantas se presentan como un elemento mediador de suma importancia al asumir no sólo el rol terapéutico que les es propio y reconocido en el ámbito científico y popular, sino que alcanza otras dimensiones al incorporarse la intervención de lo sobrenatural con el consiguiente efecto curativo y compensatorio que ésto tiene en la mentalidad del creyente. Se evidencia, entonces, el desarrollo de un pensamiento por analogía sustentado en la asociación que se establece entre el nombre o denominación popular de las plantas y su uso en la mediación de conflictos. Así serán utilizadas diferentes plantas en un mismo tratamiento somático y religioso. En esa misma relación se emplean las diferentes partes de las plantas: hojas, frutos, corteza, raíz.
Lo más importante en el uso de las plantas, lo que las hace sobrepasar los marcos religiosos y trascender a un plano más social, es precisamente su vínculo con la salud y su empleo popular como medicina verde. Los entrevistados lo saben y así reconocen su valor, las recomiendan en casos de enfermedad y alertan sobre los daños que puede ocasionar una incorrecta utilización de determinado tipo de planta. En ese sentido se sienten importantes por su aporte a la sociedad e indican al que va en busca de apoyo la necesidad de consultar al facultativo y seguir los dos tratamientos a la vez.
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