
Orisha mayor. Se identifica con la Virgen de las Mercedes y con San Manuel. Se plantea que Olofi hizo a Obatalá y este a todos los santos. Se viste de blanco y es dueño de todas las cabezas y cuerpos, por lo que sus hijos pueden recibir a cualquier santo. Fue el primer orisha que habló y construyó al hombre para que los caminos no estuvieran solos, pues por ellos solo transitaba el viento. Se le considera dios de la pureza y la justicia, la verdad y la paz.
Su esposa, Eyuaró o Eruadyé, es la hija mimada de Olofi con Iyá. Para alejar las aguas de la tierra encadenó a Yemayá y la depositó en el fondo del mar ciega y paralizada. La cazuela donde asienta es blanca, con torre de algodón bien alta. Se le llama con una campanilla de plata y monta en todas las cabezas. Gobierna los pensamientos y las ideas.
Sus manos dan cariño, pero un día que estaba embriagado creó a los tullidos, los albinos y los ciegos.
Comidas: coco, palomas blancas, arroz, chiva blanca, gallinas blancas y miel de abejas. También se le ofrenda arroz con leche.
Posee 32 avatares o caminos, en 16 de los cuales es hombre y en los otros mujer. Su primer camino (Odduá) es el comienzo y el fin, el cielo y la tierra, que se representa con una calabaza o un güiro picado a la mitad. Se le llama por campana. Su collar es todo de matipán blanco, aunque en ocasiones se insertan caracoles, coral o cuentas de nácar, según el camino. Su coiddé se adorna con 16 plumas de loro y entre sus atributos están el iruke blanco, huevo de cristal, algodón, sal, luna y babosa. En el Diloggún habla por el número 8 y le pertenecen todos los múltiplos y submúltiplos de este número.
Sus días son los jueves y domingos, los 5, 8, 16 y 24 de cada mes. Su fiesta se celebra el 24 de septiembre. En Regla de Palo Monte recibe el nombre de Tiembla Tierra.
Avatares
Este orisha posee 32 caminos o avatares, en 16 de los cuales es hombre y en 16 mujer. (existen otros criterios referentes a que sus caminos son 8, 16 y 24).
Los más importantes son:
1) Odduá, comienzo y fin del mundo, el cielo y la tierra. No se asienta por no ser orisha de Babalocha o iyalocha, sino de Babalawos. Se corresponde con el Osún de pié que estos sacerdotes entregan. Se identifica con el Santísimo Sacramento del Altar
(2) Obaulá, Orichanlá u Ochanlá, que se identifica con la virgen de la Purísima Concepción. Es una vieja friolenta que hay que tapar con sábana blanca. Cuando baja pide manteca de cacao para que le hagan una cruz en la palma de la mano.
3) Aremú, identificado con Nuestra Señora de las Mercedes.
4) Ayagguna, muy fuerte y poderoso guerrero, identificado con San Manuel y San José.
5) Arará Obbolufón. (Awa Olofón, Obaolofún, Oba Lufón, Cha Lofón, Babá Arubó). Un Obatalá muy viejo, que se identifica con Jesús de Nazareno y Enmanuel. Se dice que es el Obatalá macho más primitivo.
6) Yenmú, (Yembo) que se identifica con Santa Ana. En este camino es la esposa de Igbaibó, padre de los orishas Shangó y Oggún. Se dice que es madre de los restantes Obatalás.
7) Abboró. (Oba Moró, Obamaró) También se identifica con Jesús de Nazareno. Es el propio Dios. Sus otanes son cuatro Se le aplica los atributos de la pasión. Este santo no baila y se viste de morado.
8) Babá Fururú. Se identifica con San Joaquín. En este camino es quien instruye a los niños.
9) Ochagguiriñan (también Ochagriná, Osa Griñán, Ocha Guiña, Sagriñá y Agguriña), usa bastón y tiembla de frío porque es un orisha muy viejo. Mensajero de Olofi. Le pertenece la lechuza, que es símbolo de inteligencia, discreción y experiencia. Puede ver cuando nadie lo hace. Le pertenecen los Ibbeyis Salako y Talabí. Se identifica con Cristo Crucificado, San José de la Montaña y San Sebastían. Cuando se incomoda se pone muy fiero. Hay que pedirle todo al revés.
10) Agguemó. (Para algunos santeros es un camino hembra, para otros macho) Orisha a quien pertenece la ceiba y la lagartija, mensajera de Shangó. Se identifica con Santa Lucía por el avatar hembra y con San José por el varón.
11) Yekún-yekún. Vive en la oscuridad y el que lo mire de frente se ciega. Se le pide todo al revés. No le gusta la bulla y come solo animales prietos. Se identifica con la Santísima Trinidad, Cristo de Limpias o El Purísimo Rostro. Para unos es un Obatalá muy anciano, para otros es hembra.
12) Ermoddyé (Eyuaró, Eruadyé). Hija única y mimada de Olofi y mujer de otro Obatalá llamado Ayagguna. No se inmuta ni se preocupa por nada, pero cuando se le enfurece es capaz de todo, tanto que en una ocasión se cercenó un pié con un hacha. Come en cazuela de barro y los animales se les mata con un cuchillo de cañabrava. Come palomas, chivas, pollos, guineos, patos y cerdos.
13) Talabí. Es sorda o se hace la que no oye. Se identifica con Santa Rita de Acacia. Le gusta la guanábana, la higuereta, el hinojo, el incienso, anamú, lirio, colonia y algodón.
14) Dadá Oba Ñeñé.
15) Ekeniqué. Cuando baja hay que cubrir el ilé de ocha todo de blanco, hasta el tambor ante el cual se hace estallar un fulminante, entonces el santo se sorprende, da un brinco y comienza a bailar.
16) Babá Achó (Achaló, Achó). Obatalá macho, que es muy poco mencionado. Se identifica con San José de la Montaña.
17) Ibaibó. (Igbá Ibó, Baba) Obatalá viejo. Se identifica con el Ojo de la Divina Providencia. Es el misterio del güiro que habla. No se deja ver y si alguien lo ve queda ciego para siempre. Su mujer se nombra Iyenmú, con la que constituye la pareja Baba-Iyá, de la que nacen todos los orishas.
18) Obatalá Ayagguma. Orisha, camino de Obatalá. Dueño de las pendencias y las guerras. Incita a la avaricia y la ambición. Olofi trató de persuadirlo para que no guerreara tanto, pues a su paso dejaba cadáveres y catástrofes, pero el orisha, usando su inteligencia de guerrero convenció a la máxima deidad de que si no había guerras, el mundo creado por él no sería capaz de evolucionar. Olofi aceptó estos argumentos hasta que Ayagguna se cansara de las guerras, entregase su espada y se pusiese a dormir un largo y profundo sueño. Se dice que aún Ayagguna permanece suelto e incansable y es por eso que en el mundo persiste la guerra y la destrucción.
Patakí
1)Gobernando Obatalá la tierra, Ikú, Anó, Eyó, Efó, Efé y eyé (la muerte, la enfermedad, la tragedia, la vergüenza y la sangre) sintieron mucha hambre porque había felicidad en la tierra. Para subsistir decidieron atraer a los súbditos de Obatalá, por lo que el orisha aconsejó a su gente para que no salieran a la calle ni se asomaran a la puerta. Ikú y sus compañeros decidieron salir a las doce del día produciendo ruidos con palos y latas. La gente, curiosa, se asomó a las puertas y ventanas e Ikú pudo cortar varias cabezas. A las doce de la noche se escuchó otro gran ruido y la gente, curiosa, volvió a salir e Ikú volvió a cortar muchas cabezas. Desde entonces, a esa hora Ikú, Anó, Eyó, Efó y Eyé, andan por las calles en busca de víctimas.
2) Olofi vivía en una loma muy alta y Obatalá Osanquirían era el único que conocía el camino para llegar a él. En el mundo había una sequía muy grande y los santos clamaban y piden a Obatalá que lo vea para resolver el asunto. Cuando Obatalá llega encuentra a Olofi desfallecido, quien le dice que está agotado, que no puede más. El orisha baja y le cuenta a los demás santos, que reclaman que Olofi reparta el poder. Obatalá volvió a subir y traslada a Olofi el reclamo, quien convoca a todos los santos al pié de una ceiba, buscó comida y la hizo toda en una sola cazuela con orí, que sirve para calmar las disputas. Luego que los santos todos comieron y discutieron, vieron a Olofi descender al atardecer. Olofi les dijo: «No puedo más, estoy cansado» y los orishas le respondieron: «Padre, si tu no puedes seguir llevando todo el trabajo del mundo, dinos algo para seguir adelante, porque nosotros tampoco podemos». Y entonces Olofin alargó la mano, cogió un rayo y se lo dio a Shangó; tomo el río y se lo entregó a Oshún, y así le dio a cada santo un aché. A Obatalá lo dejó para lo último y le dijo: «Tu eres el dueño de todas las cabezas».
3) En el principio, cuando Oloddumare bajó al mundo, bajo el cielo solo había agua. Oloddumare venía acompañado de su hijo Obatalá y le entregó un poco de tierra dentro del carapacho de una babosa y una gallina. Obatalá depositó la tierra en el mar. La gallina comenzó a escarbar y la esparció formando el mundo. Entonces Olofi le encargó a Babá que formara el cuerpo de los hombres, que terminó poniéndoles la cabeza sobre los hombros (por eso es el dueño de las cabezas).
4) En una ocasión los hombres preparaban una fiesta en honor de los orishas, pero olvidaron a Yemayá, que furiosa, conjuró al mar para que se tragara la tierra. La orisha iba montada sobre las olas furiosas con su abanico de plata. Los hombres le imploraron a Obatalá quien se interpuso a Yemayá y le ordenó detenerse. Yemayá, por respeto, se detuvo.
Es el que rige las cabeza. Obàtála nos enseña a través del pensamiento.
El concepto que tenemos en nuestras mentes es desarrollado a través de la interacción con cada ser vivo de este planeta.
Cuando buscamos a Obàtála, lo buscamos en lo más alto de la montaña. El esta en la nieve que cubre el pico de la montaña y es visto como el hombre viejo y sabio de las colinas. La nieve que viene del cielo.
Obàtála ofrece justicia, la renovación y un nuevo comienzo. Las temperaturas frías, matan las plantas, los animales y algunas veces la vida humana.
Sus hijos son los Albinos y aquellos que nacen con incapacidades físicas y/o mentales.
A Obàtála le gustan los lugares oscuros. Ninguna luz es permitida en su reino. De este modo cuando situamos su altar o su urna, debemos situar sobre ella un paño para mantenerlo alejado de la luz.
Gran Orisha, modelador y Rey del género humano, Padre y Madre de todos los Orishas.
De una pareja de Obatalá salen todos los demás. Existen 16 Obatalá, 16 son los Orishas y las letras del Diloggún y del Ifá. Obatalá es lo mismo que el Santísimo.
Obanlá, Obatalá mujer, la Virgen de las Mercedes.
Oddua tiene 16 cuentas Blancas y 8 punzó(rojas) en su collar, Oddua es el mismo Olofi, raíz de los demás Obatalá.
La Mujer de Oddudua se llama Odduaremu. Sincretizada como Santa Ana.
Obba Ibo es el Obatalá que ciega, muy antiguo, el del misterio del güiro.
Por camino Arará, Nana Bulukú es un Obatalá principalísimo que son dos en uno, Nana y Burukú. Agguemo o Alaguema, Obatalá hembra y viejo.
Obbamoró es el Obatalá que aquí se viste de Jesús de Nazareno. Baba Fururú– San Joaquín- el que se sienta a dar instrucciones a los jóvenes.
Ocha Ulufón u Obalufón. Fue el primero que habló y dio a los hombres la palabra y el derecho de ser hombres.
En Palo Monte Cruzado, Tiembla Tierra es también Obatalá. Mama Kangu‚ es Obatalá por camino congo.
Ochagriñan, Agguiriñan – Obatalá Agguiriñan– es el más viejo de todos los Obatalá.
Eruadyé, Eyuaro, es la hija única y mimada de Olofi con Iya, figura estática, no se mueve. Para que Obbamoró sancione, antes hay que hablar con ella. Ayagguna es el que encendió la pólvora, propagó la guerra en el mundo y la llevó a todas partes. Es el Obatalá más joven. Ekenike, también guerrero, anciano y de tembleque. Talabí es un Obatalá que se hace el sordo. Yeku Yeku, humildad y paciencia, La Santísima o el Divino Rostro, y al igual que Ochagriñan hay que pedírselo todo al revés. Obatalá vive en la loma y todos son exquisitos y friolentos, siempre tienen frío.
Pulcros hasta no más, cualquier cosa sucia los ofende. Todos los Obatalá, Bibinike, los más grandes, delicados y sensitivos en extremo se envuelven en algodón y lo mismo se hace con los objetos y símbolos que le pertenecen.
Resumiendo, tenemos los siguientes caminos de Obatalá:
VARONES | HEMBRAS |
Oddua el creador | Yemmú ó Odduaremu |
Oba o Igba Ibo.- Foddu da para los Ararás | Oremu |
Obbamoró | Agguema‚ |
Ochagriñan o Agguiriñan.- Tan viejo como Oddua | Obanlá o Alaguema |
Obbalofun | Yeku-Yeku oño u Oro |
Baba Fururú | Eruadyé‚ |
Ayagguna.- El más joven | Nana Buruku |
Malé .- De tierra Arará | |
Ekenike | |
Talabi | |
Eddegúe |
El Obatalá que continuó a Olofi y bajó con él cuando se hizo el mundo es Eddegúe, el de los Efuche.
En fin, Obatalá es uno, llámesele con el nombre que se quiera, Obatalá hembra, Iyalá y Obatalá varón, todos son uno sin excluir al intrépido y combativo Allagguna.
Patakí de Obatalá y los tres pretendientes
Obatalá tenía una hija muy bella, dulce y sencilla, que era la felicidad del padre. Esta hija tema tres enamorados: Ikú Aro y Ofo. Como es de suponer, Obatalá estaba ante un espinoso dilema, pues si daba la mano de su hija a uno de ellos, los otros dos se vengarían. Por ello, su elección, cualquiera que fuese, ponía en peligro la vida de su hija, tan querida para él.
Obatalá se convirtió en paloma y se posó en un árbol frondoso de flores multicolores que representaban todas las virtudes de que gozaba su reinado, y se sintió muy desgraciado. Así pensando, quedo sumido en un profundo sueño. Cuando despertó, le vino a la mente todo lo soñado y se apresuró a emitir un bando para todo su reino, el cual decía: «Quien me traiga un abani, se casara con mi hija ‘ .
En esos tiempos, los abani eran muy escasos y difíciles de cazar. En el mismo bosque intrincado que rodeaba al palacio vivía un sitiero quien adoraba en silencio a la hija de Obatalá y había llevarle el abani solicitado, pero consultó antes su decisión con Orula. La consulta resultó en este Ifá, que le mandaba a hacer ebbó con babosas, cascarilla, merengue, achó fun fun y un palo de su tamaño, y le recomendó que después fuera al monte a cantar.
Así lo hizo el sitiero y su canto era tan dulce y melodioso que sus ecos parecían suaves voces venidas de otro mundo. Ikú, quien venía por el sendero, se paró a oír, pues también había leído el bando y traía en un saco el tan ansiado abani. Extasiado, dejó caer el saco y quedó como petrificado. El sitiero aprovecho su trance, cogió el saco, y se lo llevó de inmediato a Obatalá, quien le concedió a su hija en matrimonio. Esto le sucedió al buen hombre por los consejos siempre sabios de Orula.
Y por mandato de Obatalá, Orula , Echu y Oggún quedaron atrapados Ikú, Aro y Ofo sin poder hacer daño.
Maferefun Obatalá, Maferefun los orishas.
Patakí de Obatalá
En el principio de las cosas, cuando Oloddumare bajó al mundo se hizo acompañar de su hijo Obatalá. Debajo del cielo solo había agua. Entonces Oloddumare le entregó a Obatalá un puñado de tierra metido en el carapacho de una babosa y una gallina. Obatalá echó la tierra formando un montículo en medio del mar. La gallina se puso a escarbar la tierra esparciéndola y formando el mundo que conocemos. Olofi también encargó a Obatalá que formara el cuerpo del hombre. Así lo hizo y culminó su faena afincándole la cabeza sobre los hombros. Es por eso que Obatalá es el dueño de las cabezas.
En cierta ocasión los hombres estaban preparando grandes fiestas en honor de los orishas, pero por un descuido inexplicable se olvidaron de Yemayá. Furiosa, conjuró al mar que empezó a tragarse la tierra. Daba miedo verla cabalgar, lívida, sobre la más alta de las olas, con su abanico de plata en la mano. Los hombres, espantados, no sabían qué hacer y le imploraron a Obatalá. Cuando la rugiente inmensidad de Yemayá se precipitaba sobre lo que quedaba del mundo, Obatalá se interpuso, levantó su opaoyé y le ordenó a Yemayá que se detuviera. Por respeto, la dueña del mar atajó las aguas y prometió desistir de su cólera. Y es que ¿si Obatalá hizo a los hombres, cómo va a permitir que nadie acabe con ellos?
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