Santería Orisha Osain el dueño de las hierbas mágicas y medicinales

El conocimiento que tienen muchas de las tribus del África ecuatorial de las cualidades de las plantas, es de todos conocido. Para los Yoruba, cada planta, cada hierba, tiene su aché, su poder que puede ser beneficioso o negativo. A las plantas se les atribuyen propiedades no sólo curativas, sino también de toda índole: algunas poseen valentía, longevidad, suerte, fecundidad, otras son portadoras de desgracias y aún otras atraen amantes esquivos.

Entre los Yoruba las hierbas y plantas tienen tal importancia que es posible notar entre ellos, la existencia de una incipiente disciplina taxonómica-botánica que ha surgido gracias a un largo período de observación y estudio. Cualquier Yoruba puede darnos el nombre de cientos de hierbas y distinguir de entre ellas aquéllas que tienen propiedades nocivas. Como las cualidades de las plantas y el poder de las mismas están a merced de la voluntad de su dueño, el dios Osaín, a este oricha se le propicia para que permita a las hierbas y plantas ejercer todo su poder.

Es de notar que sólo las plantas silvestres, las que viven en el monte incluso, son portadoras de cualidades mágicas y curativas. Osaín vive en el bosque, él no tiene nada que ver con las plantas domésticas; no es un dios agrícola ni tampoco es dueño de las plantas silvestres que sirven de alimento al hombre. Es dueño, de las hierbas y matojos silvestres que tienen algún aché o poder mágico. El aché de las plantas es usado hasta por los dioses. Aunque cada dios posee cierto número de plantas, Osaín, como dueño de todas ellas, debe ser propiciado por los humanos y respetado por los dioses.

Osaín es un hombrecito que tiene una sola pierna y quien fuma constantemente una pipa. Como dueño de las hierbas y plantas curativas, es el dios de la medicina. Sus sacerdotes, los Olosaín, son muy apreciados como médicos. Son los encargados de recoger las hierbas y raíces, hojas y matojos necesarios en las ceremonias. Cualquiera que sea el oricha a quien ésta dirigida, la presencia y el concurso de Osaín es indispensable. Los Olosaín cuando van al monte incluso deben de hacerlo en estado de pureza. Deben abstenerse de tener relaciones sexuales la noche anterior al día escogido para ir a recoger las hierbas. Bien temprano, en la mañana, salen para el monte; si en el camino se encuentran con alguien; no deben dirigirle la palabra. Una vez en el monte, hacen rogaciones y una ofrenda de dinero para que el dueño de las plantas no les quite su poder.

Las hierbas, flores, matojos, etc., son utilizadas en forma de cocción y en baños de purificación. Estas plantas son tan sagradas que sólo los sacerdotes consagrados al oricha a quien pertenecen pueden triturarlas. Durante la ceremonia de trituración los sacerdotes entonan cánticos rituales que celebran los poderes de esta planta y del oricha que las posee.

El dueño del Monte, Oluigbo; el dueño del bosque; sus orígenes

Osain es la divinidad Yoruba Lucumi, dueña del monte. Loko es el equivalente de Vodun en Haití, y Gurunfinda Andudu Yamaca Butanseke está en Congo Palo. Toda la vegetación, todas las plantas, todos los seres vivos que son verdes pertenecen a Osain. Él sabe todos estos secretos de las hierbas y plantas. En Cuba y Haití, Osanyin está sincretizado con los santos católicos romanos, San Silvestre, San José. También está asociado con San Roman Nonato porque Osain no tiene madre ni padre. Él apareció y no nació. El viene de la tierra. Al igual que las hierbas, aquí está el hijo de nadie. San Roman non Nato (sin nacimiento) fue cortado del estómago de su madre después de su muerte, de ahí el nombre.

«Todos los santos son yerberos, osainistas, pero el incontestable dueño de las hierbas, la medicina, la botánica, es Osain».

Osain tiene un solo pie, el derecho, un solo brazo a la izquierda y un solo ojo, una gran gran oreja con la que escucha absolutamente nada. El otro oído es muy pequeño y es sensible, escucha todo, incluso el más distante y más silencioso. Oye el correr de una hormiga o el sonido de una mariposa distante. Tiene una cabeza de melón grande con una oreja enorme, la otra muy pequeña, un ojo y una pierna sobre la que cojea. Hay varios mitos que hablan sobre la creación de Osain: uno dice que fue creado en el cielo y arrojado del cosmos a la tierra y aterrizó en la selva tropical. Vivió allí durante muchos años y aprendió los secretos de todas las plantas. En otra, (Cuba), Osain conocía todos los secretos de las hierbas y, como tal, todos los Orishas vendrían a él para hacer sus pociones mágicas.

Patakí de Osaín

Osaín, orisha de la naturaleza y la naturaleza misma, cazador que con un sólo pie, un sólo brazo, ligero como el viento, maneja los arcos y las flechas con la misma maestría que un profesional, tuvo estas pérdidas por culpa de Oyá, que lo embriagó ofreciéndole el aguardiente tan querido y gustado por este orisha. Tanto fue lo que bebió que cayó en un manto de yerbas a la sombra de iroko, la sagrada ceiba. Oyá, que tenia conocimientos del mágico güiro que hablaba y predecía el futuro, urdió el plan para arrebatárselo en compañía de Changó, quien vigiló la entrada del bosque mientras Oyá procedía al hurto. Osaín se despierta y al ver a la hermosa mujer la enamora y ésta le grita a Changó que la defienda. Al oír la voz de su mujer, le lanza un rayo a Osaín que le arranca un brazo; éste trata de correr a una choza en que guardaba todos sus utensilios de labranza, pero Changó le tira otro rayo que le alcanza la pierna.

En el momento en que iba a esconderla, Oggún, que pasaba por ahí buscando a su amigo, ve la situación y rápidamente construye el pararrayo, no sólo para librarse de las piedras de rayo que Changó lanzaba a diestro y siniestro, sino para proteger al pobre Osaín, que en un momento de descuido y por la ira de Changó, pierde el ojo, quedando tuerto.

Así, escondiéndose en su mundo de la naturaleza, logra proteger su güiro mágico; él y Oggún, que tanto lo acompaña en sus momentos difíciles y que además gusta de los bosques, se hacen inseparables amigos y los dos, en perfecta armonía, cuidan de las propiedades maravillosas de yerbas, árboles, palos y de todo lo verde que vive de la sabia tierra de este planeta. To Iban Echu.

©️ngangamansa.com

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