Vudu La espantosa realidad de los zonbi o muertos vivientes

¡Zonbi!. Para muchas personas, cuyo subconsciente se aterroriza con tan sólo oírla, esta palabra es sinónimo de Haití y gran parte de la carga mágico-negativa que evoca este país se halla representada por los zonbi. ¿Quién no ha imaginado una tenebrosa noche y un cementerio de donde salen muertos vivientes?.

La mala literatura y el peor cine han divulgado imágenes falsas y truculentas sobre lo que representa la zombificación, por otra parte un hecho absolutamente real.

Un zonbi es una persona que se encuentra en un estado de muerte aparente y para el haitiano representa la definitiva extensión de todo aquello que más teme: la pérdida del poder de percepción, evolución y autocontrol, es decir, ser convertido en un zonbi.

Su etimología no está clara, pues unos la hacen derivar del vocablo congolés nsounbi, con sentido de diablo; otros, de la palabra de la misma lengua, mvunbi, que significa privado de alma sensible y no son pocos los que ven en ella el equivalente a la angoleña zunbi, espectro . Personalmente, y conociendo algo de la formación de la lengua créole, opino que se deriva del francés les ombres (las sombras), que creolizado resulta zonbi.

El zonbi, tal y como le conocemos, es un personaje típicamente haitiano, por más que se le haya intentado parangonar con algunos de otras latitudes .

Para el pueblo es un personaje popular; los niños tararean: «man-n mannan» para expresar que alguien habla gangoso, como lo hacen los zonbi, siendo muy numerosas las canciones que a ellos hacen referencia.

Su aparición en los campos haitianos tampoco está clara.

Intelectuales han informado que comenzaron su singladura después de la Independencia porque los antiguos esclavos no querían trabajar y era necesario mano de obra para el campo, lo cual carece de sentido, pues para impulsar una producción por este sistema hubiese sido preciso zombificar medio país.

Por otra parte, históricamente está demostrada su existencia antes de la Revolución, ya que en 1779 el teniente coronel Descorides, comentando lo miedosos que eran los negros, escribió que era frecuente que por cualquier ruido que oían a sus espaldas salieran corriendo, pensando que se trataba de un zonbi y no son escasas las referencias de autores contemporáneos describiendo el terror que producían entre los esclavos del siglo XVIII .

De la realidad palpable de la existencia de los zonbi en nuestros días da fe el propio Código Penal, que antes de ser puesto al día decía en su artículo 246:
«También se califica de atentado contra la vida de una persona, por envenenamiento, el empleo que contra ella se haga de substancias que, sin dar la muerte, produzcan un estado letárgico mas o menos prolongado, de cualquier forma que estas substancias hayan sido empleadas y cualesquiera que hayan sido los resultados.
Si a consecuencia de este estado letárgico la persona ha sido inhumada, el atentado será calificado de asesinato» .

Un zonbi es una persona con unas lesiones cerebrales que le han producido una encefalopatía hipertensiva caracterizada por síntomas de sufrimiento cerebral agudo, ocasionadas por haber ingerido mixturas nocivas. Su aspecto físico es más deplorable que aterrador, mostrando un evidente estado de desnutrición avanzada y un estado neuropsicológico caracterizado por modificaciones de la afectividad y la personalidad, con disociación de las esferas intelectuales instintivo-afectivas y comportamentales. Su voz es gangosa, como salida de la nariz, y su mirada huidiza y perdida en el vacío. Sus amos les alimentan deficientemente y la sal les está absolutamente vedada porque se cree que su Gro Bonanj está preso en una botella en poder del bókò y se encuentra ávida de este mineral, pues en el primer momento de su existencia, cuando recibió las aguas bautismales, entró en contacto con el mundo exterior por medio de él y si lo toma puede evadirse y el cuerpo adquirir lucidez.

En realidad hay una explicación más científica y es que la sal es una necesidad fisiológica para la célula nerviosa y la fibra muscular. Sus propiedades ya fueron apreciadas en los albores de la humanidad, siendo venerada en la Kábala, donde su nombre es MLH, cuyo valor cabalístico es 40+30+8=78, que es idéntico valor que el del tetragrama 26 multiplicado por 3 .

Aunque personaje popular, al zonbi no se le encuentra, lógicamente por doquier. Sólo se hallan referencias de su existencia en determinados lugares. Así, en el sur existen por los alrededores de Cayes y en Kan Roze Fè; en el centro, concretamente en Hinche, en lo alto de una montaña reside un bókò que posee varios; en Serardi, cerca de Jacmel, hay otros; también en la cercana localidad de Kaoley es voz popular que existen varias personas notables del pueblo en ese lamentable estado y una zona reputadamente zonbi es Terreneuve, al igual que los alrededores de Saint-Michel de l’Atalaye- en el norte, por las cercanías de Cap-Haitien, se habla de su existencia. Aparte de estas zonas concretas, se cree que multitud de bókò tienen zonbi para su servicio.

Lo más pavoroso de todo este tenebroso asunto es que la mayoría de los zonbi lo son a instancia de sus propios familiares, no siendo extraño que un hijo haga zombificar a su padre y viceversa y nada digamos de la zombificación entre hermanos y demás familiares por meros intereses económicos .

No obstante, algunos pseudointelectuales voduistas que ven en la cultura haitiana el medio idóneo para promover el desarrollo del país, evitando en todo momento considerar lo negativo e irracional que pueda comportar, afirman que si esto es así es porque el vodú prohibe la muerte y éste es el castigo que han de pagar por sus pecados en esta vida.

Este tema tan trágico ha sido tratado de forma vergonzosamente superficial sensacionalista y folklórica, con un desconocimiento absoluto de la realidad haitiana , como en tantas ocasiones.

Según la creencia popular existen diversas formas de zombificar. En una de ellas, el bókò monta a caballo, la cara vuelta a la cola del animal, y se dirige a la casa de la víctima, donde la chupa el alma hasta que muere. Una vez inhumada, a medianoche se dirige al cementerio, teniendo al alma del difunto en una botella y abriendo la fosa la llama por su nombre. Inmediatamente que aparece la pasa la botella bajo la nariz. Los ayudantes del bókò la obligan luego a pasar por delante de su casa, para que nunca más la reconozca y seguidamente la suministran una droga que la convierte en zonbi .

Existe la intervención de algunos benyè desaprensivos que compinchados con bókò no lavan el cadáver de acuerdo con los precisos rituales y aprovechan para robarle el alma. Una vez sepultado, el bókò va al cementerio, tras el preceptivo permiso de Barón Samdi, llama a la víctima y cuando aparece la da tres bofetadas y la rocía con agua mágica, encaminándola luego a su antiguo domicilio, siendo muchos los familiares que afirman haber escuchado la voz de uno de sus difuntos ante la puerta de la casa. Es por esto por lo que se acostumbra a inhumar los cadáveres con un saquito de semillas de sésamo para que se entretengan en contar los granos, o bien con una aguja ciega, para que les sea imposible pasar el hilo por el inexisten agujero y estén absortos en la tarea. También se les entierra boca abajo, para que al intentar salir se hundan cada vez más. Hay, asimismo, métodos mucho más drásticos, como estrangularles antes de enterrarles, hacerles tragar algún veneno, apuñalarles el corazón, sacarles las vísceras o cortarles el cuello, como ocurrió no hace mucho y el padre dio con sus huesos en la cárcel por profanar el cadáver de su hijo.

Según la magia, el zonbi es sacado de la tumba sin excavar la tierra, lo cual es absolutamente inaceptable. Para desenterrarle es preciso apartar la tierra y si se trata de un panteón hay que abrirlo y, por tanto, hacer rupturas, lo que ha de ser advertido por los familiares y esto sucede con frecuencia en muchos casos, aunque también los hay en los que no se advierte la profanación de la sepultura , sin que aquí tenga que intervenir la magia para nada, pues normalmente son los propios familiares que han mandado zombificarle los que colaboran, de alguna manera, a sacarle del sepulcro.

El problema principal es conocer cuál es la sustancia que provoca este estado, de la que apenas se sabe nada. Hay una tendencia a considerar a la tetradotoxina como fundamental. Es una sustancia extraída del pez llamado tetrodon o pez globo, conocido en Japón como fugu, en África del Norte como cofre y en Haití frou-frou, siendo su nombre científico Diodon Hystrix, Diodon Holocanthus o Sphoeroides Testudineus .
Tiene el cuerpo oval, macizo y guarnecido con púas, pudiendo aumentar de volumen a voluntad cuando presiente algún peligro, a base de ingurgitar agua. La tetradotoxina la posee en el hígado, la piel, los ovarios y los intestinos y es 160.000 veces más fuerte que la cocaína y como veneno es 500 veces más potente que el cianuro, siendo suficiente una dosis del tamaño de la cabeza de un alfiler para ser letal.

Su historia se remonta a unos 5.000 años; su carne es exquisita y en ciudades como Tokio se vende en determinados comercios. No obstante, es imprescindible saberla preparar sin el mínimo error, no siendo infrecuentes los casos de envenenamiento de comensales.

Estudios realizados por diversas firmas farmacéuticas suizas coinciden en que la pócima empleada para zombificar se compone de una mezcla de tetradotoxina, que provoca una parálisis general. Para reanimar el cuerpo se debe administrar otro brebaje compuesto de datura stramonium . De todas formas, en el mundo científico no existe plena unanimidad en considerar a la tetradotoxina como factor determinante de la zombificación . Se han estudiado plantas capaces de producir el mismo efecto, particularmente ciertos champiñones que provocan la psilocidime, que sitúa al individuo en un estado de muerte aparente, semejante a la psicofrenia catatónica. En este estado es necesario mucho oxígeno para sobrevivir.

Otra planta es la konkonm zonbi, que es la datura stramonium, y cuyos compuestos químicos son daturina, hiosciamina, atropina, escopolamina, sales y esencia, siendo sus propiedades antiespasmódicas, narcóticas, neurosedantes y antiasmáticas.

Se sabe de algunas supuestas recetas o fórmulas utilizadas para la zombificación. Así un bókò informa que hay que ir al cementerio y extraer de la fosa el cadáver de un niño, cuyo cráneo se rompe y algunos trozos se mezclan con un par de lagartos muertos recientemente y el esqueleto de un sapo bien reseco, enrollándose alrededor de una pata el despojo de una serpiente de mar. Estos dos animales son preparados de una forma especial, pues se les encierra juntos toda una noche antes de sacrificarlos, para que el sapo, con la rabia acumulada, potencie la fuerza de su veneno.

También se mezclan plantas, como la llamada en Haití tcha-tcha (albizzia lebbeck) y pwa grate (una variedad de macuna), junto con pez globo. Con todos estos mejunjes y restos de huesos humanos molidos se confecciona una pócima que, según este bókò, es método infalible para zombificar .

Otra preparación consiste en encerrar juntos un sapo y una serpiente, hasta que revienten de rabia; se aplastan ciempiés y tarántulas y se mezclan con granos de tcha-tcha y de consigna (de la familia de la caoba), hojas de anacardo y bresillet (comocladia glabra). Todo ello reducido a polvo se entierra durante un par de días y luego se añaden varias plantas más, las conocidas en Haití como temblador, demanbrey, manman gèp (urera baccifera), maschascha (dalechampia scandens), estas dos últimas de la familia de las ortigas, dieffenbachis seguine y bwa pine (zanthoxylum martinicensi), a todo lo cual se añade la tetradotoxina .

Lo único que de toda esta parafernalia botánico-zoológica-necrológica se saca en claro es que no existe una receta racional, siguiendo unas normas científicas concretas ; plantas y hojas en algunas ocasiones tan sólo tienen un carácter meramente simbólico y se utilizan en un contexto absolutamente mágico y empleando unas cantidades numéricas, por ejemplo 7 y 21, en sus componentes.

No existe, pues, una droga zombificante, sino múltiples mixturas, utilizadas cada una de una manera por los diferentes bókò.

©️ngangamansa.com

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