Vudu Rito Preto en el Vodou Haitiano

En casi todas las ceremonias es requisito imprescindible el sacrificio de un animal, difiriendo la víctima según el rito, que en los rada y kongo suelen ser aves, cabras o bueyes y en los petro, cerdos, animal éste ofrecido a los espíritus malignos. La elección de la víctima depende de específicas condiciones, cuyo conocimiento sólo posee el oungan. Elegida ésta, primeramente se la asea, lavándola cuidadosamente con agua perfumada y secándola con un trapo blanco. Los bueyes son vestidos con una especie de gualdrapa de seda o terciopelo del color del Iwa al que se ofrece la ceremonia.

Antes de sacrificar al animal es necesario que haya comido o bebido el alimento que se le ofrece y si lo rehúsa es que no es agradable al Iwa y se sustituye por otro; en el momento que come ya es propiedad del Iwa. A las aves se les rompen las alas y lo más corriente es que se les arranque la cabeza con los dientes y se beba su sangre en el mismo cuello desgarrado. Algunas plumas del buche se pegan con sangre en el poto mitán o en el reborde del altar y la sangre se recoge en una calabaza que contiene sal, ceniza, jarabe, o kleren y se remueve incesantemente para impedir la coagulación y poderla beber y la carne, una vez cocida, se destina para los Iwa y para los oficiantes del servicio.

Tres son los ritos del vodú: rada, kongo y petro, siendo las ceremonias de éste las más violentas. El rito más enigmático e interesante es el petro, cuyo origen parece remontarse a 1768, cuando un esclavo de Petit-Goave, llamado Pedro creó una danza especial, con movimientos de una tal violencia que para soportarlos era preciso que los danzantes ingiriesen grandes cantidades de tafia mezclada con pólvora molida, lo que llegaba a causar la muerte de algunos de ellos y, desde luego, enloquecía a quienes la presenciaban.
El culto petro se distingue porque sus Iwa son especialmente sanguinarios y violentos, abundando entre ellos guerreros y criminales y en este rito están identificados muchos héroes de la Independencia.

Desarrollo de una ceremonia petro

Un altar está cubierto con un paño blanco sobre el que se hallan velas, botellas, flores una calabaza decorada con un collar, una campanilla, tres jarritas, una espada, pla Marasa, una baraja de naipes y varios cuadros. Ante él, un par de hombres danzan simulando un combate y esgrimiendo espadas.
El silbato del oungan impone silencio a los tambores y aparecen tres ounsi portando sobre sus cabezas platos con hojas, que ofrecen para el baño ritual. El oungan recita oraciones católicas y voduistas, tras lo cual penetra en el badji acompañado de algunos fieles de confianza. El silencio se adueña del peristile pero súbitamente los tambores vuelven a redoblar. Un par de hombres colocan en un mortero las hojas que mezcladas con agua servirán para bañar al animal que se ha de sacrificar, que en este rito suele ser un cerdo.
Se invoca a los Iwa y varias ounsi entran en profunda crisis de posesión, seguidas de inmediato por el oungan, que ha salido del badji y se sienta junto al pé.
El cerdo gruñe como un condenado y el oungan, ya recuperado, con su silbato reclama silencio. Las invocaciones a los Iwa se suceden y él apila incienso y pólvora- el humo llena el peristile; la pólvora estalla mezclándose con los pitidos del oungan, los cánticos de las ounsi y los gritos de los asistentes. Poco después el oungan ordena silencio y las ounsi despliegan una gran bandera, bajo la que aquel baña al cerdo, llamado en vodú sousou, mientras se baila la danza conocida como yanbalou. Se cubre al animal con telas multicolores; el oungan hunde un cuchillo en su cuello y se bebe la sangre con avidez. Sus despedazados miembros se recogen y transportan al patio, en tanto que algunas ounsi, en plena crisis de posesión, se revuelcan en la derramada sangre que mancha el suelo.

Diferente es la ceremonia en honor de Ogoun Feray (Ogoun Hierro). La víctima es un gallo o una gallina de rojo plumaje. El oungan traza el vevé del Iwa y de inmediato comienzan las posesiones, que son en extremo violentas.
La primera ounsi montada es ceremoniosamente sentada en una silla, se le ofrece de beber y se le interroga para recabar su consejo, mas de pronto, se iza violentamente y arranca la cabeza del ave, chupando su sangre que brota a borbotones del desgarrado cuello. En esos momentos, el houngan hace explotar la pólvora y al grito de «abobo» se santiguan la boca y la frente, cantando y bailando frenéticamente.

Las hounsi preparan otras aves con ron y especies, salvo de ajo y perejil, que son tabúes, mezclando también arroz y maíz, destinando las cabezas, las alas y los muslos para las posesas. Comienzan las danzas por grupos de cuatro parejas y después se depositan las ofrendas al Iwa, trazando el houngan otro vevé y finalizando así esta violenta ceremonia, en la que no es extraño que aisladamente se ejecuten bailes en plena posesión que son de una fascinante belleza.

Instrumentos imprescindibles en la ceremonia son los tambores, que este rito se utilizan solamente dos.

Las principales danzas son :
Petro : es un movimiento de tijera de las piernas, acompañado de otro de proyección, de adelante hacia atrás, de los brazos y el torso.
Kita : trepidante y sumamente violento.

©️ngangamansa.com

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