
Es común que los santeros también practiquen el Espiritismo, y le rindan culto a sus espíritus, guías y protectores espirituales. El creyente utiliza una habitación de su propia casa para colocar su mesa-altar, la cual resulta el centro de fuerzas, ante el cual se desarrollan las actividades espiritistas fundamentales. Aunque es común que la coloquen en la misma habitación que cumple la función de cuarto de santo. Esta mesa-altar resulta ser el centro de fuerzas ante el cual se desarrollan las actividades espiritistas fundamentales. Es una mesa cubierta por un mantel, paño, o tela blanca sobre el cual se disponen una serie de objetos que representan o simbolizan las fuerzas espirituales alas que se rinde culto, y los cuales resultan necesarios para los procesos de invocación y evocación de espíritus. La preside un crucifijo, o un rosario, y una copa transparente de cristal con agua, dedicados al Santísimo. Esta entidad espiritual resulta ser la superior fuerza espiritual adorada, dador de luz y paz espiritual, de fe, esperanza y caridad, tan necesarios para los espíritus encarnados o desencarnados, que según la creencia habitan la Tierra.
Se disponen también 6 ó más vasos transparentes de cristal con agua, dedicados a los espíritus guías, protectores y familiares de la persona a la que pertenece la mesa altar. Se coloca, además, un candelabro o portavelas, y un jarrón con flores. También se colocan barajas. También pueden estar presentes imágenes de santos católicos, muñecas y muñecos “cargados”, los cuales representan a determinados espíritus protectores, fundamentalmente de origen congo. También se colocan fotos de los difuntos,y los más disimiles objetos que los espíritus del cordón espiritual de la persona hayan pedido.
En el caso de la realización de una misa espiritual, también se colocan frascos conteniendo perfumes o agua de colonia, agua bendita, cascarilla, tabacos, aguardiente o ron, varillas de incienso, mazos de yerbas en un recipiente, en el suelo para despojos, una palangana con agua, pétalos de flores, cascarilla, perfume, aguardiente y agua bendita para limpiarse y santiguarse delante de la bóveda. La mesa altar preside el círculo en que se disponen los asientos que ocupan los participantes de la misa. En su extremo izquierdo , y en el derecho, se sientan los mediums cabeceras que dirigirán la actividad. Los demás participantes completarán el círculo. Esta figura geométrica representa de manera simbólica el espacio finito por el cual pueden circular las fuerzas o corrientes espirituales de una manera más eficiente, y que serán canalizadas con la ayuda de los elementos sagrados que componen la mesa altar, presidida por la cruz y la copa del Santísimo, y simbólicamente iluminada por la llama de la vela. En el caso de una “investigación”, de “desarrollo”, o de “coronación” espiritual, la persona en cuestión se sentará en medio de ese círculo de frente hacia la mesa altar, con el objetivo de que hacia ella confluyan las “fuerzas o corrientes” espirituales necesarias para alcanzar el objetivo propuesto.
La concepción del círculo también es utilizada en los bailes que tienen lugar en las misas de carácter festivo que se realizan en algunas casas-templos de la Regla de Ocha. Es también para favorecer la adecuada transmisión de las corrientes espirituales entre los participantes, lo que a su vez propicia los estados de posesión de los espíritus invocados. Debemos recordar que el baile en círculo frente a los tambores rituales en las fiestas dedicadas a los orishas es parte de la tradición ritual de la Regla de Ocha, realizado con el propósito de concentrar las fuerzas que desencadenan los estados de posesión de los orishas entre sus participantes.
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