Espiritismo El poder del médium equivale al poder de sus muertos

Las ceremonias y rituales del espiritismo cubano contemporáneo se desarrollan en un marco predominantemente doméstico, requiriendo pocos recursos materiales y careciendo de pasos iniciáticos fijos.

En la esfera espiritista no se mueve dinero ni prestigio como en las ceremonias de la santería (regla de ocha) y del culto de Ifá, ni tampoco animales para sacrificios: se mueven personas y espíritus necesitados y, a veces, enfermos.

El espiritismo depende por completo del talento y de la sensibilidad de quien lo “trabaja” (es decir lo practica), y, al igual que el palo monte, constituye una práctica religiosa donde la comunicación con seres difuntos es central.

Los médiums son mujeres y hombres de todas las edades, colores de piel y niveles de educación, aunque tienden a ser los ancianos los que se destacan con más frecuencia, pues su experiencia les da más alcance, visión y sabiduría.

El trabajo del médium con sus “muertos” (término que designa principalmente las entidades protectoras de alguien, sus “guías espirituales”) es la base del espiritismo cubano. Son ellos quienes ofrecen el vínculo con el conocimiento del más allá y también con el del más acá: estos muertos son seres difuntos que eligieron regresar a la tierra como “protectores” y “guías”, para cumplir misiones o penas “kármicas”, según un término vernacular. Vienen de distintos lugares y su existencia se aferra a la del médium desde el inicio de su vida.

El médium es, pues, un ser compuesto en la práctica por corrientes múltiples de información (sus muertos), las cuales aprende a manejar y manipular para su propio bien y el de los demás. Son conocimientos que él o ella articulan en las sesiones de consulta privada con sus clientes o en los rituales espiritistas colectivos, las llamadas “misas espirituales”. Estas son el rito por excelencia del espiritismo: durante estas misas, se reza y se canta para darle “luz” a los muertos necesitados y se incorporan a los guías espirituales. Aquí se aconseja, se hacen previsiones para el futuro, diagnósticos terapéuticos y otros análisis espirituales, y se hace la “caridad” — término que se refiere a las “limpiezas” y los “despojos” de las malas vibraciones.

El poder del médium equivale al poder de sus muertos, que deberán volverse visibles, sociables, eficaces y presentes. Para que puedan brindar su mejor ayuda, los muertos piden que les sea ofrecido comida, flores, ron, o aun pasos rituales en otras religiones: por ejemplo, pueden pedir que la persona se inicie en el palo monte (“rayamiento”), que reciba algún “santo” en la santería o, si el muerto que habla es católico o clérigo, que frecuente la iglesia católica.

El proceso de desarrollo del médium espiritista radica, en este sentido, en un proceso de descubrimiento gradual e interpersonal de sus muertos y de sus respectivas características, que también genera un proceso de auto-conocimiento, ya que estas mismas le afectan personalmente. Esto implica a su vez un compromiso con lo que, comúnmente, se define como “cumplir en la religión”, donde “cumplir” no se limita al espiritismo, sino que se define en términos inter-religiosos e implica precisamente añadir al repertorio ritual y espiritual de uno lo que requieran los espíritus que lo acompañan.

Aquí tenemos, por lo tanto, un continuo traspase o transgresión de dominios, supuestamente distintos, de conocimiento religioso, traspase que el mismo muerto requiere para fungir como protector.

©️ngangamansa.com

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