Santeria Shango Dios del trueno y de la tempestad

En el África ecuatorial occidental, donde las poderosas tormentas son uno de los fenómenos naturales más dramáticos e impresionantes, el espíritu que anima esta manifestación tan temible como deseable de la naturaleza, ocupa un lugar de primerísima importancia en la religión. Dioses del trueno y de la tempestad, están presentes en la mayor parte de los panteones de esa región africana.

Changó, el dios del trueno de los Yoruba, es uno de los orichas que cuenta con mayor número de adeptos. Su acción rápida, destructiva y severa le hacen temido y respetado, y por ello, alrededor de su culto se ha creado uno de los complejos religiosos más influyentes y más extendidos en la tierra Yoruba. Todos desean propiciar al poderoso dios.

Changó no puede considerarse como una divinidad de los cielos, ya que fue indiscutiblemente una figura histórica. Samuel Johnson dice que Changó fue el cuarto Alafín (Príncipe Sacerdote) de Oyó. A su muerte fue divinizado, advirtiéndose en su culto todas las características de los cultos a los dioses u orichas, no las propias de las de los antepasados. Al divinizársele, adquirió Changó los atributos y poderes de un dios muy antiguo y reverenciado por los Yoruba: Jakuta, dios del trueno y del rayo.

La identificación de Changó, héroe divinizado, con una divinidad solar pura, como Jakuta, trajo como consecuencia frecuentes contradicciones entre la vida legendaria, pero histórica de Changó, y las enseñanzas y prácticas morales que él exige en sus seguidores. Esto es así, porque la base ética de su culto no emana de la conducta o enseñanzas de Changó en su vida histórica, sino en la ética que el Dios solar, a quien él sustituyó representaba. Changó prohíbe a sus hijos robar, mentir, envenenar, etc., ofensas en que incurrió muy a menudo. Lo que es más, parece que nunca se arrepintió de haberlas cometido. Estas contradicciones en el carácter y personalidad de Changó, fueron percibidas por Leo Frobenius , que creyó se debían a la supuesta existencia de dos Changó históricos. Argumentos no le faltaron para defender su tesis, ya que había ciertas discrepancias con respecto al origen familiar y a la cuna de Changó. Frobenius dice que existió un Changó en tierra Nupe y otro en Borgu. Según él, el Changó de Borgu es el responsable del fundamento ético presente en el culto de este dios, que vino a sincretizar en una, dos figuras no históricas de igual nombre, pero de conducta distinta. Esta suposición no parece basarse en hechos reales. La confusión con respecto al origen de Changó no se debe a que hayan existido dos Changó distintos, sino a que los padres de éste y su esposa legítima provenían de tierras distintas. Por eso, Changó aparece relacionado con Nupe, Ifé y Oyó. Bolaji Idowu que ha estudiado este tema profundamente, al esclarecer el lugarde origen de los padres de Changó y la cuna de éste, estima que sólo ha existido un Changó. Este fue rey de Oyó, y a su muerte fue divinizado, usurpando la personalidad y atributos del dios solar Jakuta. La familia reinante de Oyó, interesada como estaba en fomentar el culto a su ilustre antepasado, dirigió sus esfuerzos e hizo uso de todos los recursos del poder para acelerar el sincretismo e íntima identificación de Changó con Jakuta.

Aún en nuestros días, el nombre de Jakuta sigue asociado con Changó, muchos creen que era el padre de éste, otros creen que su hijo. En Cuba y en Brasil a Changó también se le conoce con el nombre de Jakuta. Jakuta en Yoruba quiere decir «el que tira la piedra de fuego» o «el que pelea con piedras». Este nombre hace alusión al carácter y atributos del dios del rayo, quien se supone tira hacia la tierra piedras de fuego. Jakuta era la personificación de la «ira de Olodumare». Esta ira, justiciera se manifiesta por medio del rayo y del trueno contra todo tipo de maldad y vileza. Como la ira no se reconcilia con el concepto sublime que los Yoruba tienen de la Deidad, ellos han personalizado este concepto en la figura de uno de los ministros más temidos de la Deidad: Jakuta.

Si Changó no hubiera usurpado la personalidad de Jakuta, no hubiera pasado de ser sino uno de los tantos gloriosos antepasado» de la casa real de Oyó, adorado y reverenciado por sus descendientes y por los súbditos de estos. El sincretismo permitió a Changó universalizarse y proyectarse sobre todo el territorio Yoruba, sirviendo en cierto modo a los fines imperialistas de la dinastía de Oyó. No cabe duda, de que la introducción de Changó en el panteón Yoruba y su consecuente apoteosis fue debida a razones políticas. Saburi O. Biobaku refiriéndose a los Ilari, que eran los delegados del Alafín en tierra Egba, dice que asumiendo el papel de sacerdotes supremos de Changó, servían a los fines políticos y económicos del Alafín. A través de los Ilari el príncipe de Oyó vigilaba e influía en los Egba que estaban, hasta cierto punto, bajo el dominio del Alafín. Biobaku dice que el culto a Changó en los territorios sometidos a Oyó o bajo su influencia, era algo parecido al culto del Emperador durante el Imperio Romano. Era un culto oficial auspiciado por Oyó con fines puramente políticos. El respeto que los Yoruba sentían por el dios del trueno era usado por los sacerdotes de Changó para persuadir al pueblo a pagar enormes tributos al Alafín. Más tarde, cuando Egba se sacudió el velado yugo
que le imponía Oyó, los sacerdotes principales de Changó fueron masacrados.

El culto de Changó fue introducido en Ilé Ifé en tiempos recientes por inmigrantes procedentes de Oyó. En este caso no se trataba de una maniobra política, ya que los inmigrantes eran exiliados y, por tanto, no ostentaban puesto oficial alguno. Ellos se asentaron en el barrio de Modukeke y allí practicaban el culto a Changó, actuando cada uno como sacerdote y sin contar con un templo dedicado a su dios.

En Ilé Ifé el dios del trueno era Oramfe, que, como Jakuta-Changó, tira las hachas de piedra que producen el rayo. En Ifé, Changó no pudo sustituir al dios local y ambos son conocidos como dioses distintos. Oramfe, como Jakuta, es una divinidad de «los cielos» que sólo vino a ella una vez cuando Olodumare lo mandó al mundo a solventar una disputa entre Obatalá y Oduduwa. La lucha entre estos dos dioses había adquirido tales proporciones que en el cielo temieron consecuencias catastróficas. Oramfe hizo oír su voz y su intervención fue tan eficaz que los contrincantes se avinieron a un acuerdo. Oramfe no tiene imágenes y su culto carece de la parafernalia que distingue al de Changó: maracas de güiro, hacha bipenne, etc.

Oramfe, como Jakuta, presenta las características de una divinidad solar pura. Aunque son conocidos como dioses distintos, en realidad ambos representan la personificación de un mismo concepto: la justiciera ira de Olodumare. El culto de estos dioses presenta muchos aspectos en común, ya que no se les representa por medio de imágenes, se les reverencia mirando a los cielos ya ambos se les ofrece con preferencia al orogbo o Kola amarga.

Los relatos sobre la vida de Changó, el legendario cuarto rey de Oyó, son muy contradictorios. Una serie de mitos llamados Iwa Kika Ekerin presentan una comprensiva biografía de Changó. Según esta narración . ..

Hace alrededor de doscientos años (No se sabe la fecha de que data este mito), reinaba en Oyó Changó. Este rey era un poderoso curandero, un formidable guerrero y un gran cazador. Poseía además unos poderosísimos talismanes que le permitían controlar el rayo y el trueno, así como echar fuego y humo por la boca y la nariz, con lo que tenía aterrorizados a sus enemigos. A pesar de su gran sabiduría. Changó era un rey tirano y cruel, ya que usaba sus poderes sobrenaturales para amedrentar a sus súbditos y conquistar nuevas tierras de sus aterrorizados vecinos.

Changó era un gobernante celoso y por ello, no quería que nadie se destacara más que él y le hiciera sombra. Dos de sus generales, Timi y Gbunca, gozaban de gran fama en el reino de Changó, y éste envidioso de su buena reputación se dispuso a suprimirlos. Changó provocó un duelo entre ellos que terminó con la muerte de uno de los contendientes. Al superviviente lo mandó al frente de una arriesgada expedición que el rey habla traicionado de antemano.

Estas terribles traiciones y crueldades llegaron a ser conocidas por sus súbditos y provocaron un descontento general. Debido a esto,Changó tuvo que exiliarse con algunos miembros de su familia. El rey exilado estuvo vagabundeando por la selva hasta que un día despreciado y abandonado por todos se ahorcó colgándose de un árbol de ayan (Es el árbol sagrado de Changó).

Sólo su esposa legitima, Oyá que había sido su compañera inseparable, durante sus aventuras guerreras, habla permanecido a su lado. Cuando Changó se ahorcó, Oyá desesperada se marchó hacia el norte donde sus numerosas lágrimas formaron el río que lleva su nombre: Odó Oyá (Nombre que los Yoruba dan al río Níger) .
Mientras tanto, algunos transeúntes que pasaban por la selva, pudieron ver el cadáver de Changó colgado del árbol y volvieron a Oyó con las nuevas de la muerte del rey. A todos les decían: ‘Oba so’ (el Rey se ahorcó).

Los oponentes de Changó, libres ya de tan temido enemigo, se dispusieron a perseguir a los seguidores del desaparecido rey con el propósito de erradicar la influencia de la poderosa familia. Los partidarios de Changó, víctimas de una cruenta persecución, pusieron en marcha una arriesgada estratagema como medio de salvar la vida y los bienes. Se procuraron una poción que tenía la virtud de atraer los rayos haciéndolos caer con gran frecuencia en los alrededores de Oyó. Entonces empezaron a regar el rumor de que Changó, el poderoso rey y curandero, estaba en el cielo y desde allí castigaba a sus súbditos (Otros relatos dicen que, en realidad, los seguidores de Changó nunca poseyeron fórmula alguna que les permitiera atraer los rayos. Lo que hicieron fue ahuecar güiros pequeños que rellenaron con pólvora y durante las tempestades los tiraron en los techos de las casas de los enemigos del rey) .

Cuando la primera tempestad tuvo lugar, salieron a la calle gritando: ‘Oba ko so’ (el Rey no se ha ahorcado). Agregaban además: ‘El rey se ha enfadado con nosotros, se ha convertido en un dios y ha ascendido a los cielos desde donde nos castiga con sus rayos’.
Entonces empezaron a pedirle a los atribulados moradores de Oyó que les trajeran bueyes, carneros, aceite de palma para ofrecérselos al dios y obtener su perdón.
Así comenzó el largo proceso de la deificación de Changó en Oyó, que habría de culminar con la proyección de su culto en todo el territorio Yoruba.

Es curioso notar como la clase dirigente de Oyó ha hecho circular una versión distinta de los hechos, que hace destacar el carácter divino de Changó. Según esta versión oficial:

Dos de las esposas de Changó reñían constantemente provocando un gran malestar en la corte. Además, muchos de los súbditos se quejaban de Changó, a quien acusaban de ser un tirano. Changó molesto con todas estas quejas, un día cogió su caballo y se fue al bosque. Todos esperaban con ansiedad su regreso, pero el rey tercamente permanecía en el bosque sin ocuparse de su reino.

Entonces empezaron a circular rumores de que el rey se había ahorcado. Por fin, un grupo de cortesanos salió en su busca, pero solo encontraron su caballo. Escudriñando el bosque gritaban en voz alta:

‘¿Dónde estás rey, te has ahorcado?’
Desde la distancia tronó la voz de Changó:
‘No, no me he ahorcado’.

Los súbditos le suplicaron que volviera, que lo necesitaban, pero Changó les dijo que como había habido tantas quejas de él, prefería no volver a Palacio, pero que los gobernaría desde el cielo. Entonces, por medio de una cadena que subía desde el árbol de ayan, ascendió a los cielos y desde allí gobierna a sus súbditos. Desde el cielo se convirtió en el tirador de piedras de rayo, señor de las tempestades, quien destruye las casas, quema los árboles y mata a los hombres.

El culto a este dios es posiblemente el más complejo y desarrollado en la región Yoruba. Es un culto maduro, pleno de simbolismo y de rituales muy complicados. Sus influyentes sacerdotes están organizados en distintos rangos. La dignidad más alta, los Magba, ejercen una gran autoridad sobre los demás sacerdotes a los que les llama Odusu-Changó u Oni Changó.

En África, los sacerdotes de Changó disfrutan de ciertas prerrogativas de las que están privados en Cuba y en Brasil. Cuando una casa es abatida por el rayo, su propietario tiene que acudir a ellos para que le indiquen las ofrendas propiciatorias que debe entregarles para que intercedan en su favor ante Changó. Las propiedades de las víctimas del rayo pasan en su totalidad a manos de los sacerdotes del dios del trueno.

Changó cuenta con numerosos templos, sobre todo en la región de Oyó. En las afueras de las casas se encuentra frecuentemente un altar en honor a este dios que consiste de una vara en forma de tenedor, junto a la que se colocan las hachas neolíticas, que son su símbolo. Este alta r es llamado «el árbol del trueno».

El culto a este dios cuenta con una aparatosa parafernalia que lo distingue de los demás cultos. El hacha bipenne, llamada oche, es un arma característica y está hecha de la madera del ayan. Durante los festivales en su honor, el dios suele bajar a danzar en compañía de sus fieles. Sus bailes son varoniles y guerreros, y durante ellos blande su oche y su espada. Las piedras pulimentadas, que muchas veces son el producto de una cultura anterior a la Yoruba, están asociadas al culto de este dios. Se cree que estas hachas son las piedras que el dios tira desde el cielo y que producen el rayo. Cuando un rayo cae, los sacerdotes de Changó acuden en busca de estas piedras de fuego. A Changó se le sacrifican preferentemente machos cabríos y todo tipo de aves, nueces de Kola y pescado seco.

En resumen, parece que en un principio Jakuta y Oramfe eran los dioses del trueno. Ambos son esencialmente la personificación de un mismo principio, y a ambos se les adora de forma similar. En algunas regiones Jakuta era el dios del trueno, en otras, Oramfe ocupaba ese lugar. Al deificarse a Changó, Alafín de Oyó, e identificársele con Jakuta, el dios del trueno de esa región, este dios fue desplazado por el antecesor de la familia real de Oyó. En los territorios donde Jakuta era considerado como el dios del trueno. Changó usurpó su puesto, dando lugar a un nuevo complejo religioso que amalgamaba las enseñanzas y prescripciones éticas de la divinidad solar con las realidades históricas del nuevo héroe deificado.
En las regiones de Yoruba donde el dios del trueno era Oramfe, Changó no pudo desplazar a la divinidad solar. En estos sitios, tales como Ilé Ifé, Changó y Oramfe son considerados como dos dioses del trueno distintos, cuyos cultos cuentan con fieles provenientes de clases sociales y linajes familiares diferentes.

El nombre de Jakuta es muy conocido en Cuba, es uno de los títulos que se da a Changó. Oramfe, a diferencia de Jakuta, no es conocido. Por esas razones, asumo que el culto al dios del trueno fue introducido en Cuba por esclavos procedentes de tierra Oyó, o de otros lugares donde como allí, el complejo religioso Jakuta-Changó-trueno está perfectamente integrado. Este complejo pudo incorporarse al medio ambiente afrocubano, conservando, no sólo los misterios esotéricos del culto y la emotividad, sino también la parafernalia simbolista que hacen de este culto uno de los más maduros y complejos en tierra Yoruba.

©️ngangamansa.com

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